CARIA-RODAS. Tetradracma. 283-166 a.C. Cabeza refulgente de Helios de frente, ligeramente girada a la derecha. Rosa con capullo y proa de nave a la izquierda; encima ΡΟΔΙΟΝ y debajo el nombre del magistrado ΑΜΕΙΝΙ-ΑΣ. Cy2801. S5046. 12´6 g. Leve fallo de laminado de metal en la cara (light metal flaw in the face). EBC/MBC+. Suave tono. Atractivo ejemplar con una definida y centrada acuñación sobre disco de buen formato. Buen anverso con llamativo relieve (well centre and detail strike on a good flan; nice obverse with a high relief)
Por el tratado Apameo (188 a.C.), Rodas pierde su fuerza y pasa a casi depender de Roma que deja morir su puerto y comercio exterior al extremo de sólo recibir de los impuestos la octava parte de lo que ingresaba en sus mejores tiempos.
Helios era hijo del titán Hiperión y de la titánide Tea. Se identificó con Apolo en muchas ocasiones. Es una divinidad preolímpica, la personificación del Sol, servidor de Zeus. Sus rayos son mortales, como flechas, pero también pueden curar la ceguera como hizo con Orión. Todos los días, precedido de Eos, la Aurora, monta sobre su carro de oro, guiando a sus caballos que resoplan fuego en un recorrido invariable a través de los cielos. Al atardecer alcanza el océano y descansa en su palacio de oro. Por la noche vuelve a oriente navegando en una embarcación en forma de copa de oro, copa que le prestó a Heracles en una ocasión para que cruzara el mar. Cuando Zeus dividió la tierra entre los dioses, Helios estaba en el cielo y no recibió nada, pero para compensarle le fue entregada la isla de Rodas. Se enamoró de Lecótoe, y para seducirla adoptó el aspecto de la madre, la mujer del rey Órcamo, y así poder acceder a sus habitaciones donde recuperó su apariencia y violó a la princesa. El rey acabó enterrando viva a su hija, instigado por Clitia, rabiosamente celosa ya que amaba desesperadamente a Helios. En recuerdo de la pobre Lecótoe, Helios metamorfoseó a su amada en una vara de incienso para poder respirarla y sentirla; pero nunca correspondió a Clitia que se consumió de amor, mutando a girasol para seguir el curso de su amado Helios diaria y eternamente.